La meningitis en bebés

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La meningitis en bebés es una de las enfermedades más peligrosas para los pequeños. Cuando tienen menos de un mes, los riesgos son mayores. Además, detectar los síntomas no siempre es fácil. Por eso, en Sermama te ofrecemos esta información para que se pueda hacer un diagnóstico temprano que salve su vida y reduzca las posibles secuelas.

La meningitis en bebés y la enfermedad en sí

Es una infección poco común, pero muy peligrosa. La misma afecta a las meninges del cerebro, que son las membranas que protegen la médula espinal y el propio cerebro en sí.

No obstante, el bebé puede contraer esta enfermedad por la infección de virus, bacterias u hongos que viajan por el torrente sanguíneo hasta el cerebro o la médula espinal.

El pequeño afectado por esta afección puede sufrir:

– Convulsiones.
– Problemas de visión que pueden desencadenar en ceguera.
– Hidrocefalia.
– Daño cerebral.

Síntomas

Es importante que el pequeño tenga su cartilla de vacunación al día. No obstante, si el problema aparece, puede ser detectable debido a estos síntomas.

– Enojo constante.
– Llanto inconsolable.
– No hay respuesta al ofrecimiento de comida o sueño.
– Duerme demasiado.
– Tiene dificultad para despertar.
– Fontanela abultada.
– Vómitos y problemas de tensión.
– Fiebre alta y rigidez en el cuello.
– Fotofobia y problemas de detección.

Qué hacer en caso de sospecha

¿Sospechas que tu bebé puede sufrir meningitis? Si es el caso, no te demores en acercarte a la consulta del pediatra. Es importante tomar medidas cuanto antes para que la afección se solucione cuanto antes.

Es necesario saber que algunos cuadros pueden evolucionar hacia una afección grave en muy breve espacio de tiempo, de ahí que sea importante actuar cuanto antes.

Recuerda vivir con tranquilidad sabiendo que tú y los tuyos estáis protegidos con seguros médicos.

El aumento del peso del bebé

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¿Cómo debe aumentar el peso del bebé durante su primer año de vida? Vamos a conocer algunas cifras para que sepas que todo va bien y, en caso de duda o inconveniente, puedas reaccionar acudiendo a tu pediatra de confianza.

El nacimiento y los primeros días

Al nacer, el bebé pesará entre 2 y 4 kilos. Se pueden dar casos excepcionales, como que supere los 5 kilos o esté algo por debajo de estos datos, en 1,5 o 1,8, etc. En general, no suele ser problema.

Durante los 7 primeros días, el bebé perderá entre un 5 y un 10% de su peso al nacer. Es normal, ya que expulsa la orina y el meconio acumulado durante los 9 meses de gestación. Ofrece lactancia a demanda y no habrá problema alguno.

El peso del bebé durante el primer mes

Aquí es cuando el bebé comienza a ganar peso. Debe ir subiendo a razón de 20 gramos al día, por lo que, pasados 30 días, habrá añadido de 600 a 800 gramos si todo va bien.

Hasta el tercer mes, el niño ira subiendo de peso según lo establecido siempre que no haya problemas con la lactancia. Lo normal será que aumente entre 100 y 200 gramos por semana. No obstante, cada niño tiene su propia curva de crecimiento.

Hasta el primer año de vida

Hasta el sexto mes, la ganancia se estima entre 80 y 150 gramos por semana, lo que viene a ser levemente por encima o por debajo de medio quilo mensual. Así pues, ya habrá doblado su peso al nacer.

Pasado el medio año de vida, se pueden ir incorporando nuevos alimentos a la nutrición del niño. Así pues, hasta los 12 meses, el bebé comienza a ganar bastante peso, de 300 gramos a medio kilo por mes, por lo que, llegado su primer añito de vida, ya pesa el triple de lo que hizo al nacer.

Cómo cuidar el ombligo del bebé

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Unos días después del nacimiento, el ombligo del bebé se va cicatrizando hasta que se cae la costra. Y en ese proceso hay que mantener el ombligo desinfectado y realizar algunos cuidados básicos. Veamos con los consejos de Sermama cómo hacerlo bien.

Las madres primerizas deben aprender a limpiar y a desinfectar el ombligo de su hijo según los consejos médicos, que afirman que no hace falta usar antisépticos ni alcohol.

Cuidados para el ombligo del bebé

Hasta no hace mucho tiempo los cuidados para el ombligo del bebé eran muy complicados, pero en la actualidad los médicos recomiendan utilizar agua y un jabón neutro para bebés.

En casos en que el bebé no pueda lavarse, se puede limpiar el ombligo con alcohol, aunque no es necesario si el pequeño se ha bañado o si puedes utilizar agua y jabón.

El uso de antisépticos o antibióticos para el cuidado del ombligo del bebé están reservados para casos de infecciones o cuando la higiene del entorno no es la adecuada.

Pasos para limpiar el ombligo del niño

– Lávate las manos con agua y jabón, especialmente debajo de las uñas, y sécate bien.
– Pon en un recipiente un poco de agua tibia y mézclala con una pequeña cantidad de jabón neutro.
– Lava el ombligo del niño con mucho cuidado de no presionarlo ni arañar la zona.
– Seca el ombligo con una toalla limpia y absorbente, dando pequeños toques y asegurándote que no quede húmedo.
– Cubre el ombligo con una gasa no muy apretada y un pequeño trozo de cinta leuco.

Aunque antiguamente se usaba un apósito y se fajaba al bebé, hoy no se recomienda, pues retrasa la cicatrización de la herida.

Cada vez que cambies el pañal, lava el ombligo del bebé y cambia la gasa. Si la piel se mantiene de color normal, no tienes que preocuparte, pero si se pone roja es signo de infección y lo mejor que puedes hacer es llevar al bebé a un especialista.

El cólico del lactante

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Uno de los problemas de salud de los bebés que más preocupan a los padres es el cólico del lactante. De hecho, es un motivo muy frecuente de visita al pediatra. Por eso, a continuación, explicamos de qué se trata

Qué es el cólico del lactante

El cólico del lactante es una situación constante de llanto de un bebé. No obstante, la situación real podría ser que el niño solo quiere llamar la atención, ya que se descartan otros motivos como la necesidad de cambio de pañal, incomodidad, calor o frío o hambre, sed o sueño.

Esta situación se distingue por un llanto muy intenso del niño, que es duradero y no tiene consuelo. De hecho, por más que se arrulle al lactante, se le dé de comer o se le cambie el pañal, el llanto no cesa.

Los expertos en este problema han acuñado la conocida regla del tres. El pequeño llora durante tres horas al día, tres días a la semana y prolongado durante tres o más semanas.

Este llanto es diferente porque el bebé lo inicia y finaliza de forma súbita. Aprieta los puños, se pone rojo, se encoge de piernas y abdomen y ninguna postura lo calma durante 15 minutos, media hora, incluso varias horas. Es más frecuente durante la tarde y noche. Pero, una vez para, ya no da muestras de malestar.

Este problema puede aparecer cuando el pequeño alcanza los 15 días y desaparece de forma progresiva hasta los cuatro meses.

Causas y tratamiento

Eso sí, las causas no están claras en absoluto. Se barajan diversas teorías que giran en torno a falta de madurez del tracto digestivo, lo que produce problemas gastrointestinales como acumulación de gases o digestiones pesadas.

Como padres, debéis estar tranquilos. Se descartan causas alimenticias. No obstante, la lactancia materna reduce la prevalencia de los cólicos.

Si crees que tu bebé puede sufrir cólico del lactante, acude a tu pediatra. No obstante, al no saber el origen, no existen tratamientos específicos. Se recomienda paciencia, cariño e intentar que el pequeño no trague mucho aire para no provocar gases.